domingo, mayo 08, 2011

De mi relación con los Beatles

Ya han pasado más de diez años desde que Shawn Fanning y su tío crearon Napster, el infame software que permitía descargar archivos de música, video y programas sin ningún costo.

En esos tempranos años de la primera década del siglo XXI, yo era un estudiante de colegio que a duras penas tenía dinero para comprar un disco compacto. Napster era la mejor manera de descargar música en aquel entonces. Yo podía acceder a canciones que nunca llegarían a las tiendas locales y conocer la música de artistas que jamás harían una gira que pasara siquiera por el continente en el que vivo.

Un día de 2000, cansado de oír las mismas canciones una y otra vez, decidí escribir en la casilla de búsquedas de Napster el nombre de un grupo que sabía que existía, pero cuya obra no conocía: los Beatles.

La lista de resultados mostraba que cientos de usuarios tenían la misma canción en computadores de todas partes del mundo, y aparentemente había recibido una muy buena calificación por parte de todos estos personajes que, como yo, recurrían a la piratería para satisfacer su curiosidad. La canción era "Eleanor Rigby". Le di doble clic al título para empezar a descargarla y, minutos después, la escuché por primera vez.

Me quedé boquiabierto ante lo que oía. El estéreo, las armonías, la melodía y la música eran hipnóticos. Nunca había escuchado algo así.

Poco después vi un comercial de televisión que anunciaba el disco "1", que incluía los sencillos de los Beatles que llegaron al primer puesto en las listas de música de Inglaterra y los Estados Unidos. En cuanto tuve la oportunidad, lo compré.

Debo confesar que, cuando escuché el álbum por primera vez, no quedé muy impresionado. Se trataba de un grupo de canciones con estilos diferentes, pues entre 1962 y 1970 la música de los "fabulosos cuatro" cambió mucho. Era difícil de digerir. No experimenté la misma sensación de maravilla que había sentido cuando oí "Eleanor Rigby", a pesar de que había en ese disco canciones que eran familiares para mí.

La magia ocurrió después: un día me di cuenta de que había una melodía que daba vueltas dentro de mi cabeza y no lograba recordar quién la cantaba ni cómo se llamaba. Me estaba volviendo loco. Para distraerme, puse el CD de los Beatles en mi equipo de sonido y empecé a oírlo una vez más. De repente, una de las canciones coincidió con la melodía de mi cabeza. Era el piano de "Lady Madonna".

En ese momento pensé que la música de estos cuatro personajes era poderosa. Cada vez que oía esos temas, me gustaban más. Me di a la tarea de conseguir más álbumes y descubrí que un amigo mío también disfrutaba de la música de los Beatles. Me acordé de Mafalda y su amor por ese grupo.

Al finalizar el año, mi madre me regaló el libro de la Antología de los Beatles en español. Era la historia del grupo contada por ellos mismos, su manager, su productor y otros personajes cercanos. Desde ahí empezó mi obsesión, casi enfermedad, por todo lo relacionado con su vida y obra. Hoy tengo libros, películas, documentales, afiches, postales, camisetas y demás chécheres con la imagen de estos individuos que transformaron la historia de la música. Un grupito pequeño y genial, como alguna vez dijo Paul McCartney. Esa es la historia de mi relación con los Beatles. Ahí perdonan.