viernes, octubre 29, 2004

Un mes de esto

Hoy se cumple un mes desde que abrí mi weblog. Si bien no he escrito un artículo todos los días, como me propuse, creo he escrito algunos que valen la pena -otros, no tanto. Pero espero seguir escribiendo.

Y hoy también viajo a Bogotá, a Rock al Parque. Será un viaje de doce horas en bus, que debe cansar bastante. Creo que vale la pena (eso espero: estoy haciendo sacrificios monetarios y académicos enormes). Si todo sale bien, volveré en la mañana del martes próximo. Feliz Halloween, si es que eso amerita celebrarse.

Aloras, parte III

He sabido de varias personas que no saben quién es Gonzalo Aloras. Es un genio. Un genio musical, si se quiere. Puede hacer la música de todo un grupo, solo, con su guitarra. Lo conocí el martes pasado y estuve en tres de sus presentaciones en la ciudad. Es -lo digo por experiencia- completamente humano. Extraordinario, pero humano. Muchos lo conocen por ser el guitarrista que ha acompañado a Fito Páez en sus giras, desde 1999. Es más que eso: su música no se parece a la de nadie más y, sin embargo, suena extrañamente cálida y familiar.

gonzaloaloras.com.ar
"Algo Vuela", el weblog de Aloras

miércoles, octubre 27, 2004

Aloras, parte I



Hay dos sentimientos:

1. Cuando uno está en sus conciertos.
2. Cuando uno oye sus grabaciones.

viernes, octubre 22, 2004

El primero de -ojalá- varios textos

Anuncio con algo de orgullo que estoy publicando el primero de los textos que quiero dejar en el weblog, para quienes estén interesados. Los vínculos están al final del artículo. Hoy abro una nueva sección, "Textos", en la columna de la derecha, para ir dejando ahí el material que no he publicado en medios impresos o las versiones completas de algunos trabajos que han sido vilmente mutilados (por mí, generalmente) antes de publicarse.

Ya ha pasado poco más de una semana desde que publiqué mi último artículo: son siete días de acumular cargos de conciencia por estar dejando de escribir con frecuencia. Y tal vez esa falta de ritmo me haya conducido a la debilidad de considerar el hecho de empezar a publicar un artículo por semana -aunque puede que sólo sea la borrachera temporal producida por el estrés. Es que ha sido una semana de altos, bajos y mucho trabajo. Una semana que estuvo saturada de eventos que hubieran podido ser objeto de comentarios en este espacio pero, por su temporalidad, no vale la pena considerarlos ahora.

Hablando de comentarios, he recibido algunos -positivos, por cierto- relacionados con el blog, y me halaga tanto como me motiva a seguir escribiendo. No dejo entrar a los asuntos de la autoestima, porque es bueno alimentar al ego de vez en cuando (aunque haya quienes sufren de sobrepeso).

Y ahora, para evadir el fantasma de la falta de tiempo, quería dejar un par de pensamientos sobre mi "neurosis" con las letras. Aprendí a leer antes de cumplir los cuatro años, gracias a mis papás. Tiempo después, peleé con los números. Y hoy, no sé si por la simple (y cuestionable) gracia de Dios o por una agudísima habilidad que he ido desarrollando con los años, soy incapaz de quedarme inmóvil ante un defecto en la escritura, cualquiera que sea. Si lo hago, es solamente por el intenso choque que me produce verlo. De hecho, he dejado de leer libros por malas ediciones: lo preocupante está en saber que la perfección es un ideal inalcanzable. Por fortuna, mi "habilidad" tampoco es inequívoca. Si bien puede llegar a ser un dolor de cabeza insoportable, no es perfecta.

Pero no entiendo cómo puede haber personas que, después de haber leído a Freud durante años (intenten decir "Schwarzenegger" cinco veces consecutivas y rápido), no sepan escribir su nombre. Lo digo porque las he visto, y no son pocas. Personas que leen bastante más que yo, y difícilmente saben situar una tilde. ¿Es la forma en que aprendieron a leer? ¿Realmente entienden lo que leen? ¿Les preocupa siquiera? ¿Les falla la memoria (lo dudo: la mía no es muy buena)? Tal vez por eso decidí dedicarme a las letras y no a los números. Quedo con más preguntas que respuestas, pero así es la vida. No se puede concluir otra cosa. Además, me quedan seis horas de sueño. Ahí perdonan.

Abrazando a Fito (PDF)
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jueves, octubre 14, 2004

"¿Sube?"

Eso de escribir todos los días puede llegar a ser una tarea pesada. Sobre todo si uno tiene la pretensión de producir textos más o menos bien construidos, porque abundan los weblogs con docenas de aportes diarios cuya estructura gramatical y organización es propia de alguien con problemas lingüísticos y tal vez mentales. Y es difícil convertir la escritura en una costumbre, pero sólo hay una manera de hacerlo: escribiendo. No es necesario que tomemos una actitud trascendental -menos aún cuando estamos cansados. Hoy, por ejemplo, pude formularme una serie de preguntas a partir de la ejecución de una actividad común, del estilo de las relacionadas con el periódico de Mango's.

Si hay un ambiente "público" que me ha fascinado desde que empecé a interesarme por los asuntos comunicativos, es el de los ascensores. Dejando a un lado las excepciones, la actitud y conducta de las personas parece cambiar de forma radical cuando están dentro (o afuera, incluso) de un ascensor. A pesar de ese entendimiento, hay ciertos procederes que no comprendo muy bien. ¿Por qué hay gente que canta en los ascensores, como si fueran duchas o actuaciones que recuerdan a American Idol? ¿Por qué, en el caso de que haya un sistema de signos que indica la trayectoria del ascensor, la gente insiste en preguntarles a los que están adentro si "sube" o "baja"? ¿Están tratando de romper el hielo para empezar una conversación o no relacionan las lucecitas con el funcionamiento de la máquina? Y una vez adentro, es frecuente encontrarse con alguno de los siguientes casos.

Está la persona que alterna la dirección de su mirada impacientemente, en forma cíclica, entre los botones que controlan el funcionamiento del ascensor, el suelo, el techo y la puerta (aunque realmente no haya nada más para mirar, si hay una sola persona). Posible signo de claustrofobia.
Si hay más de una persona, en el caso de que sea un desconocido, se evitará el contacto visual y se tenderá a alternar la mirada entre el suelo y el techo, a menos que usted sea muy conversador o muy intimidante. Pero como lo que nos interesa es dejar a un lado las excepciones, esquivemos esa posibilidad. Si hay un espejo en el ascensor y usted está solo, va a aprovechar para organizarse el pelo, la corbata o algún otro elemento en su cara. Y si hay alguien con usted, compartiendo su encierro temporal, el espejo será tan evitable como su compañía.

Cuando el ascensor se detiene consecutivamente en cada uno de los pisos de la edificación, la tensión del viaje aumenta de manera directamente proporcional a la falta de paciencia. El ocupante de la caja en ascenso (o descenso) empezará a dar golpecitos al suelo con sus pies, a moverse intranquilamente y, en casos extremos, a sudar. Un factor agravante se produce cuando alguien empieza a silbar, tararear o hablarse a sí mismo en el ascensor. Uno se pregunta por el estado sicológico de su acompañante, hasta el punto de temer por su propio bienestar. Suerte para ambos que el viaje no durará mucho.

Cuando el movimiento concluye, las realidades de quienes compartieron ese espacio con una capacidad máxima de diez personas -en promedio- se alejan y siguen rutas aleatorias, habitualmente diferentes. Irán a encontrarse con el mundo real, crudo, con el exterior. Hasta que tengan que subir o bajar de nuevo.

PD. Les recomiendo un weblog joven, que empieza con un tema sobre el que pensé escribir pero no lo hice -un obituario de Christopher Reeve. Es La alegría de escribir (no dejen de verla por el título).

lunes, octubre 11, 2004

Mi ambiente de trabajo


Este es mi ambiente de trabajo. Es mi pieza. Acá paso la mayor parte del tiempo (cuando no estoy en la Universidad). Pude haber escrito sobre la pesada clase que tuve a las cuatro de la tarde. Pude haber escrito sobre cómo fui despertado por un trueno a las seis de la mañana. O sobre otros temas que tengo acumulados. Pero aprovechando que la cámara digital tiene pilas, tomé esta foto. Las convenciones son las siguientes:

1. Mi teléfono. Si tengo que recibir una llamada, me toca ir a la pieza de mis papás o bajar hasta el teléfono del primer piso. Si tengo que hacer una llamada, tengo que esperar a que la línea esté desocupada. En resumen, el teléfono no sirve.

2. Mi Cassiopeia. Algunos la conocen -erróneamente- como "Palm". Rara vez la uso. Me sirvió en el colegio para hacer gráficas de ecuaciones en los exámenes de cálculo y en las clases de estadística, pero ahora solamente cumple la función de directorio telefónico atrasado. Creo que la batería está descargada por completo.

3. Mi radio-reloj. Me lo regaló mi hermano en la Navidad, creo, de 1996. Ha recibido bastantes golpes, sobre todo en la mañana. Pero igual sirve. De ahí salen las ondas Hertzianas que llenan el acaroso aire del lugar, que no son de la misma calidad de antes. El aparato este se encargó de despertarme durante cientos de mañanas en mi época de colegio, y no dejé de quererlo por eso.

4. Mi computador. Desde acá edito la mayor parte de los artículos del weblog, oigo música cuando no hay nada en la radio, edito textos y sonidos (el pobre no da para editar videos). También guardo todo tipo de basura, desde 1999. Es principalmente por él que ud. está leyendo esto.

5. Mis CD's. Desde música promocional en revistas de la década de 1990 hasta el Brainwashed de George Harrison. Es de lo más organizado que hay en la pieza.

6. Mis DVD's. Son quince, aunque la colección podría crecer de forma inversamente proporcional a mi presupuesto. Todos ellos tienen relación directa o indirecta con los Beatles. Como la colección de CD's, están organizados.

7. La impresora. Tristemente, la tinta no le dura mucho y el polvo (acumulado por el tapete que cubre el suelo) hace estragos en ella. Sin embargo, me ha sido muy útil. No lleva ni un año conmigo.

8. El teclado, sucio y con una barra espaciadora defectuosa. Entre las teclas "F" y los números (no debe confundirse con el teclado numérico) hay un lápiz verde de EPM Bogotá, con el que anoto números de teléfono e ideas sueltas en los papeles que hay en {9}.

9. El desorden del escritorio. Hay de todo: linternas viejas, rollos de fotografía, post-its, papeles, CD's sin caja y tarjetas de presentación personal. A pesar de ser mi desorden, encuentro todo lo que necesito (bueno, casi). Hay dos portalápices, y más de la mitad de los implementos de escritura que contienen dejó de funcionar hace años.

10. Acá está encerrada la CPU.

Hasta mañana.

domingo, octubre 10, 2004

Proyectos

Tres de la mañana. Ayer -por una razón que desconozco- no hubo diagramación del periódico, por lo que estuve trabajando en varios proyectos. Estuve organizando unas entrevistas que tengo que hacer para la próxima semana, escribiendo unos artículos basados en unos mensajes de correo electrónico que envié mientras estaba de viaje en Estados Unidos en 2003 y creando un weblog que registra las entradas del diario de mi tío abuelo Gilberto, quien estuvo en Corea después de la guerra en 1954. Si les interesa, el proyecto está apenas empezando en http://gilbertovelasquez.blogspot.com/. Hasta tuve tiempo para recibir visitas, organizar mi correo y trabajarle a una base de datos, que estoy diseñando, sobre los Beatles. Va a ser una semana ocupada, pero el tiempo está pasando rápido.

PD. Feliz cumpleaños a Pipe, en Australia.
http://www.dreamworks.com/ab/

sábado, octubre 09, 2004

Feliz cumpleaños, John

Hoy es el 64to cumpleaños de John Lennon. Aunque fue Paul McCartney quien escribió la canción "When I'm 64" en 1967, Lennon merece ser recordado en esta fecha particular por haber sido el líder del grupo más grandioso en la historia de la música pop. La grabación que podrán escuchar haciendo click en el botón de abajo es de 1963, en ella John Lennon agradece a sus fans por los regalos que recibió el día de su cumpleaños. La transcripción es la siguiente:

John Lennon
I'd like to say thank you to all the beatle people who have written to me during the year and everyone who sent me gifts and cards for my birthday, which I'm trying to forget, in October. I'd love to reply personally to everyone but I just haven't enough pens. In the meantime:

Garry crimble to you,
Garry mimble to you.
Getty bable, dear Christmas,
Happy birthday me too.
Feliz cumpleaños, John.

(Gracias a David por el script para el audio)

Vínculo relacionado: Scientists imagine Lennon at 64 (BBC News)

viernes, octubre 08, 2004

Múltiples y obligaciones (y múltiples obligaciones)

Múltiples en Eafit Es el último día de una larga semana de estudio y trabajo. Ayer no escribí porque pasé todo el día acabando un trabajo (para la materia a la que llego tarde los viernes) e, irónicamente, hoy no había clase. Resulta que ayer y hoy fueron los juegos múltiples de la Universidad, a los que no pude asistir por haberme quedado estudiando. La imagen que acompaña este texto es una de las escenas que se vieron ayer.

A las diez de la noche caí en un sueño profundo que se prolongó hasta las tres de la mañana, hora en la que desperté para seguir trabajando. A las seis de la mañana fui a la Universidad, que parecía desierta, y dejé el trabajo en la oficina de la profesora. Y de siete a doce del día, seguí durmiendo.

Seguramente va a ser un fin de semana ocupado porque vamos a estar en la diagramación del periódico de la Universidad, que generalmente toma dos días completos. Y tengo bastantes cosas por hacer para la próxima semana, de manera que voy a tener que manejar el tiempo de la mejor forma posible. Estoy pensando en una forma de publicar algunas crónicas y entrevistas en la página, lo más pronto posible. Entre mis planes a mediano plazo está el darle un nuevo diseño al weblog, aunque eso puede tomar más tiempo. No es nada más, por el momento.

miércoles, octubre 06, 2004

Weblog vs. blog

Popularmente se dice que uno aprende algo nuevo todos los días. No sé qué tan cierta sea esa creencia, pero no puedo decir que hoy haya sido la excepción. Aprendí un dato, un tecnicismo si se quiere, que es simple pero difícil de olvidar: la diferencia entre un weblog y un blog. Yo, por lo menos, tenía esa duda y hoy pude aclararla. Resulta que un weblog (independientemente de su definición, sobre la cual mucho se ha discutido en la blogósfera) es un término inglés que ha sido aceptado en una de las últimas revisiones del diccionario de Oxford, mientras que se utiliza la palabra blog como abreviatura. En Wikipedia se describe con más detalle el concepto.

Cambio de tema. Hoy, miércoles, se cumple la primera semana de mi weblog en la red, y espero que no sea la última. De hoy también puedo decir que llegué más temprano que de costumbre -aunque tarde de todas formas- a la clase de ocho... ya es rutina. Y, cambiando de tema otra vez (por alguna razón, no estoy encontrando alternativas para hacerlo sutilmente), tal vez viaje a Bogotá a finales de octubre, con algunas personas del periódico de la Universidad. Buena cosa, considerando que hace varios años no voy por allá. Cualquier viaje es una buena oportunidad para escribir en este medio, mientras se pueda.

Fue un día largo y lluvioso. Anoche me quedé terminando una crónica sobre la fiesta del sábado (hasta las 2 de la mañana) y estoy cansado. A eso le sumo las horas de sueño que me faltan de los últimos días. Pero sigo escribiendo. No aporto mucho, pero es mejor algo que nada. O como diría Hugo Villegas: "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa". Ahí perdonan.

martes, octubre 05, 2004

Barriga llena...

Sartenes de todos los tamaños. Cuchillos, tenedores y cucharas sucias. Servilletas arrugadas. Bandejas, vasos, trapos por todos lados y platos tirados por ahí. Todo para preparar un simple sándwich.

Exagerando un poco, tal vez, pero tan mal cocinero soy. Siempre he admirado a quienes dominan el complicado arte de cocinar, y el respeto que les tengo es comparable con el asombro que me causa ver la habilidad que tienen para repetir su tarea sin mayores variaciones. ¿Cómo es posible que repitan el mismo plato una y otra vez, sin que haya cambios en el sabor o la textura? Ellos lo sabrán.

Yo, personalmente, no tengo mucha experiencia en la cocina: alguna vez intenté hacer galletas y terminé con un pedazo gigante de pan en las manos. Creo que fue entonces cuando decidí desistir. Desde ese episodio las posibilidades eran infinitas, podía quemar hasta una ensalada. Ocasionalmente hago unas papas fritas o un pedazo de pollo, pero hasta ahí llegan mis habilidades: no pensaría en hacer una torta o una ensalada siquiera. Cuando preparo algo "comestible", puede pasar una de dos cosas. O se quema, o por alguna razón termina siendo difícilmente digerible. De manera que si alguna vez necesitan un tip de cocina, soy la persona menos indicada para dárselos. De ahí que esté tan acostumbrado a la pizza los fines de semana (o cualquier otro tipo de comida basura que no necesite mucha preparación).

Si usted, lector, cocina; lo admiro. Si lo hace bien, me quito el sombrero. Mis respetos. Porque usted sabe hacer algo en lo que yo soy terrible. Dice la sabiduría popular que "barriga llena, corazón contento". Y puede que tenga razón.

Un minuto para Richard Avedon

The Beatles, fotografiados por Richard Avedon La semana pasada falleció el fotógrafo estadounidense Richard Avedon. Dice CNN que el New York Times lo calificó como el "fotógrafo más famoso del mundo". Cuando me enteré de su muerte, el pasado 2 de octubre, su nombre me pareció familiar pero no pude acordarme de dónde lo conocía. No recordaba ninguna referencia a él ni a su obra, por más esfuerzos que hiciera para establecer alguna relación entre conceptos.

Cuando empecé a leer obituarios, la memoria me dio una bofetada en la cara. Era el mismo fotógrafo que había creado las imágenes sicodélicas de The Beatles en 1967 y que habían sido utilizadas en el álbum "The Beatles One".

Los medios de comunicación reconocen a determinada parte de la población del mundo como la generación "One", en la que me incluyo. Esa generación es la que ha descubierto nuevas posibilidades musicales en ese cuarteto de Liverpool, nacido hace más de cuarenta años; con la aparición del álbum "One" en 2000 y los productos que le siguieron. De manera que tomé, casi con pánico, mi copia de dicho álbum (el primero que tuve) y miré los créditos: "Photographs Richard Avedon. The Beatles, London, August 17 1967". Fue triste. No fue una pérdida personal, pero fue una pérdida para toda una generación. Una pérdida para el mundo.

Vínculos relacionados:

lunes, octubre 04, 2004

De la falta de tiempo y otros demonios

Lunes. Es el primer lunes desde que empecé mi weblog, y no precisamente uno de los mejores. Anoche estuve editando unos archivos de audio hasta las 2:30 de la mañana, en parte por la trasnochada del sábado y en parte porque no quería dejar la tarea empezada. De manera que hoy, teniendo clase de ocho, me levanté a las ocho y cuarto y llegué a clase a las nueve. Realmente no me perdí de mucho, aunque ya me estoy acostumbrando a que sea raro para mí llegar temprano a las clases de ocho. Uno de los problemas más graves es que es imposible producir cualquier tipo de texto (más o menos bien hecho) durante las horas de la mañana. No sé por qué. Tal vez la hora le mata a uno la creatividad. El caso es que solamente alcancé a escribir dos párrafos de cosas incoherentes en la clase.

Después fui a la papelería de la Universidad a comprar unas cosas que necesitaba y sufrí uno de esos cortos cerebrales que de vez en cuando lo traicionan a uno. Cuando fui a pagar mis cosas, saqué un billete y por poco le entrego mi billetera –con papeles y todo- a la cajera. Por lo menos nadie se dio cuenta del error. ¿Cómo es que le pasan esas cosas a uno? Quién sabe. Tengo un amigo que diría que esos problemas son causados por enanitos que viven en nuestras cabezas y controlan nuestras acciones, pero es sólo una teoría que no se ha demostrado.

Más tarde, en la clase de las cuatro, descubrí que había perdido mis apuntes de la clase anterior, los mismos apuntes que contenían las indicaciones del trabajo final de la asignatura. ¡Excelente! (Ojalá se haya notado el tono irónico, gracias). En fin, tengo bastantes trabajos para hacer esta semana y no sé de dónde carajos voy a sacar el tiempo para hacerlos. ¿Escribiendo menos? Ni loco. ¿Dejando a un lado mi weblog? Menos. La costumbre no se puede perder. Pero por el momento, será seguir haciendo sacrificios.

PD. El “feliz cumpleaños” de hoy le toca a Juan Agudelo, estando en donde esté y haciendo lo que esté haciendo.

domingo, octubre 03, 2004

El 'after' de la fiesta de anoche

Ayer estuve en una de esas fiestas en las que todo el mundo tiene que ir con ropa elegante. O más bien, ropa incómoda. Me enviaron a cubrir el evento para el periódico de la Universidad y, por lo menos, se incluía el costo de la entrada. Pero fuera de que estar de camisa, saco y corbata me deprime por alguna razón, no tenía pareja. Bueno, sí fui con un fotógrafo del periódico; pero no era precisamente alguien con quien pudiera bailar. Sin embargo, hicimos nuestro trabajo. Hice varias entrevistas y tomamos algunas fotos, nada fuera de lo normal.

Pero eso no quita que, a pesar de la amable invitación por parte de la gente del periódico, me sienta incómodo en los ambientes en los que la música es tan fuerte como para no permitirle hablar a uno. Y como si fuera poco, estaba solo. Pero bueno. No sé hasta qué hora se habrá alargado la "fiesta" porque me fui como a las 2 de la mañana, pero sí sé hasta qué hora se alargó el sueño de anoche. Me desperté a las tres de la tarde de hoy. Creo que hasta rompí marcas personales en términos de sueño. Lo siguiente es escribir el artículo de la fiesta para el periódico, que haré esta semana. Mañana será otro día de madrugar y, a pesar de los esfuerzos, de llegar tarde a clase.

PD. Feliz cumpleaños a Peña, desde Medellín.

Si Pérez puede, yo también

Es domingo, y siempre he creído que el domingo es el día más improductivo de la semana. El ambiente, tal vez por la ausencia de actividad comercial, es supremamente aburridor. Lo único entretenido que hay para hacer es leer el periódico, porque la verdad tampoco hay muchos ánimos para sentarse a estudiar --si toca, toca.

Les cuento que estoy tratando de adquirir la costumbre de escribir un poco todos los días, a pesar de no haberlo hecho ayer. Y dejemos algo claro: la idea de esta 'columna' es vaciar mis ideas en forma de texto, por más inaportantes que sean (de todas formas esto no es un medio masivo de comunicación, no tiene miles de visitantes y mi objetivo no es atraer multitudes. Suponiendo que pase, está bien; pero no creo que sea probable). Habiendo tantas columnas en la red y en los medios impresos, decidí empezar la mía. Porque podrá no ser comparable con las columnas de Pérez-Reverte, ni pretendo igualarme a él, pero tengo la satisfacción de saber que es mía y puedo escribir lo que quiera. No tengo censores y soy mi propio editor. Si Pérez puede, yo también.

viernes, octubre 01, 2004

Otro viernes, otra pizza

Otra noche de viernes, como ha sido una vez por semana desde tiempos inmemorables. Y para seguir con la costumbre, me quedo en casa para dejar que la Historia redunde. Siempre es lo mismo cuando llega una pizza:

- "Lucas, ¿quién es?", me pregunta mi hermano.
- "¡Comida!", le respondo mientras bajo las escaleras.

Y esta semana me pasó algo curioso. El tipo de la pizzería me saludó por mi nombre y, aunque hubiera podido parecerme raro, era normal que estuviera escrito en la factura. Lo divertido fue que me dijo "hacía días que no venía por acá": no pude contener la risa.

Justo hoy, el tipo que trajo la pizza era sorpresivamente parecido a un profesor de física que tuve en el colegio.

No dan nada interesante en la radio. Claro, como mencioné en un artículo pasado, no hay planeta. Tal vez más tarde me quede dormido viendo televisión, como es costumbre los viernes en la noche. A esta hora, mañana; estaré en una fiesta clásica -con lo que me gusta usar esmóquin-. Será otro día, u otra noche. Por cierto, ¡feliz mes nuevo!