miércoles, febrero 02, 2011

No más rayas blancas

Los White Stripes se separaron.

La primera vez que oí su música fue en un centro comercial, en los Estados Unidos, a mediados de 2003. En uno de los almacenes estaba sonando una melodía pegajosa. Recuerdo que tenía un par de afiches de los Beatles en la mano y, antes de pagar, pregunté en la caja por el nombre de la canción que había acabado de sonar. Era "Seven Nation Army". Después de haber escuchado ese canción, quedé encantado con la energía del dúo conformado por este par de hermanos (o ex esposos, dependiendo de la fuente). Me ponía la piel de gallina esa voz cruda, áspera y a veces triste de Jack White, y me hipnotizaban los ritmos de batería que marcaba Meg.

Los vi en la película "Coffee and Cigarettes" de Jim Jarmusch, y me reí de la absurda situación que tenía que ver con una bobina Tesla. Me impresionó el vídeo de "I Just Don't Know What to Do With Myself", con Kate Moss. También me causó mucha gracia la canción "Well It's True That We Love One Another", con Holly Golightly. Me parecía fascinante el humor de ese tema en particular.

Aprendí a tocar algunas de las canciones de los White, bajando el tono de la cuerda del mi grave para hacer un patético intento de imitar el sonido de la guitarra de Jack. A veces, cuando me reúno con un grupo de viejos amigos a hacer ruido con nuestros instrumentos musicales, improvisamos una versión que no le llega ni a los talones a la "Fell in Love With a Girl" original.

La música hecha por este par de personajes es fuerte, robusta y me da ánimo. Hace que el corazón me lata con más fuerza. Oír sus discos, a mi juicio, era tan bueno como oír sus presentaciones en vivo.

Años después, Jack se embarcaría en proyectos independientes como The Raconteurs y haría colaboraciones con artistas tan disímiles como Alicia Keys. El sonido de White con su guitarra, como el de Harrison, Clapton o Aloras, es inconfundible y adictivo.
Me va a hacer falta oír música nueva de los Stripes, pero siempre disfrutaré de las grabaciones que hicieron. Ojalá algún día se reúnan como viejos amigos, a lo Simon y Garfunkel, en el Central Park.

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