jueves, septiembre 30, 2004

La habilidad de llegar tarde

Este artículo es como una vuelta al pasado. Lo estoy editando con base en ideas cortas que tenía anotadas por acá, casi un día después. Creo que esos casos se darán con frecuencia en mi columna (permitiéndome el uso del término para esta cosa). Pero bueno.

Estaba pensando en que cuando uno se levanta tarde, todo el día parece estar regido por ese desfase de tiempo. Uno llega tarde a todas partes, sin excepción: parece un corolario de una de las leyes de Murphy (un paréntesis: me sorprende saber que todavía hay personas que no saben qué son las leyes de Murphy... lo digo por experiencia). Y uno llega tarde a todo. A la puerta, a la clase, a la reunión... hasta a la casa. Y eso no se corrige hasta que llega el día siguiente, aunque a veces se repite durante todos los días de la semana. Nunca me ha tocado vivir de esa forma durante más de cinco días seguidos, y espero que nunca me toque.

Lo que sí se repite casi religiosamente es mi llegada tarde a la clase de ocho de la mañana los viernes. Casi nunca falla -a pesar del esfuerzo que hago por llegar temprano- y eso que a veces me acuesto temprano los jueves. Creo que ya hasta la profesora se acostumbró. Pero bueno, por el momento no puedo escribir más... voy a llegar tarde al examen de cálculo.

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