Acabo de soltar el anuario del colegio, ese libro naranjado con lomo mal hecho que tengo en mi biblioteca desde hace un par de años. Uno creería que volver a mirar las fotos viejas que ha repasado una y otra vez es aburrido pero, sorpresivamente, no lo es. No tanto.
Me reí de algunas caricaturas, me puse a comparar las fotos viejas con el aspecto de las pocas personas que he visto recientemente... A veces duele la ausencia del nombre o la foto de uno en las páginas de otras personas, pero a largo plazo uno supone que se trata de una simple falta de memoria. A todos nos pasa. Si no me hago entender, seguramente es por el sueño que tengo.
Pasando las páginas, recuerdo nombres que se habían perdido de mi memoria con el paso del tiempo. Estuve estrechamente unido a dos promociones cuando estuve en el colegio: los que se graduaron entre 2002 y los que "nos graduamos" en 2003. Yo formé parte de ese último grupo durante cuatro años, hasta que por fin pude salir del colegio. Y mirando las fotos, me duele sobre todo la ausencia de Morales.
Me horroriza la deplorable calidad de algunos textos, pero sigo leyendo. Me pregunto quiénes serán las niñas que están al lado de alguien en una foto, creyendo que tal vez nunca obtenga la respuesta. Miro algunas imágenes con rabia, otras con risa, otras con indiferencia. Mientras reconozco caras, trato de analizar la estructura familiar de algunos niños con problemas. ¿Será el abuelo, el papá o el tío? ¿Quién será la señora con gafas que está al lado de él?
Y después de todo, seguimos viviendo en el presente; pero miramos al pasado. Ahí perdonan.
2 comentarios:
Sabe a mi que me parece bueno de los anuarios: ver si la gente si terminó estudiando lo que era, y tratar de imaginarme cómo estarán de llevados del carajo todos los que en el colegio se creían una ch*mb* (típica página con fotos de ellos dándoselas de bacanes en cuanta excursión y prom hubieron en 11) y no servían para nada, porque la historia se ha encargado de dejarme encontrármelos en la calle para constatarlo y estar tranquilo de haber hecho las cosas bien el el colegio y sollármela a mi modo...y de ver que todos los amigos del salón si vamos dándole duro a la vida, así los "bacanes" dijeran a veces que éramos unas gu*v*s...a ver quién resultó al fial siendo el más g*evón...
Los anuarios son entretenidos, incluso si uno no sale en ellos. No sé por qué, pero ver collages de fotos de gente que siempre estuvo junto a uno y que uno nunca conoció a fondo tiene un cierto efecto hipnótico. Además de leer los textos, que en muchas ocasiones, y especialmente en el caso de mi anuario, son para morirse de la risa.
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