miércoles, junio 10, 2009

Gajes de la docencia

La carrera de comunicación social suele estar estigmatizada. A veces, en conversaciones con amigos o conocidos, se oyen comentarios que dicen que es muy fácil de ganar, que la exigencia es mínima, que esa es la elección de aquellos que no pudieron o no quisieron con los números.

Yo no sé.

Sin embargo, desde mi experiencia como docente en una carrera de comunicación social, puedo dar cuenta de algunas cosas que he observado y que describo a continuación:

1. Los estudiantes están mal acostumbrados: No es que la carrera de comunicación social sea la más fácil. Lo que pasa es que, en general, la evaluación es subjetiva por su naturaleza cualitativa. El resultado de despejar una variable en una ecuación matemática es siempre el mismo, y no hay peros que valgan: el ejercicio está bueno o está malo. En un texto escrito, las variables son mayores en número y en complejidad. Hay una cantidad de juicios de valor que deben considerarse para calificar con un número, como es común en la mayoría de las instituciones educativas. Con frecuencia la percepción juega un papel más importante que el cálculo.

Por ese carácter subjetivo de los textos escritos, y por la falta de rigurosidad con ciertos aspectos formales -como la ortografía- no es raro que un estudiante de comunicación social reciba una calificación mayor que cuatro (sobre cinco) a la hora de producir textos, en la forma que sea.
Eso contribuye a que los chiquillos se vayan malcriando. Las notas por debajo de cuatro son casi siempre mal recibidas en una carrera de humanidades, cuando en una de ingenierías son un lujo del que pocos pueden jactarse.

2. Muchos profesores son poco exigentes: Como dije, aspectos como la ortografía suelen ser ignorados por los profesores, pues generalmente asumen que los polluelos de periodistas ya saben escribir. No siempre es así. Esas omisiones cometidas por los docentes contribuyen a que los estudiantes, percibiendo hábilmente la falta de exigencia, se acomoden en las sillas (de sus casas, por lo general) y den lo mínimo. Un estudiante promedio siempre da menos de lo que se le pide.

3. Los estudiantes creen que las notas son negociables: Pude observar algo que no era claro para mí durante mi época de estudiante, que terminó hace poco. Los estudiantes (aunque no sé si esto se limita a los de comunicación social) tienen la idea, por una razón que desconozco, de que una nota siempre es negociable. Lo que parece pasar por sus mentes es: "si le entrego este trabajo al profesor, él lo revisará, lo calificará, y después me dirá qué puedo mejorar para cambiarme la calificación original por una más alta".

No, estudiantes. No. Las cosas no funcionan así. Las notas son el reflejo de su trabajo, de su esfuerzo y de su interés, o una combinación de cualquiera. Esas notas se definen de acuerdo con una serie de parámetros definidos por el profesor, si asumimos que el profesor es responsable, juicioso y organizado. Sobra decir (¿o no?) que las calificaciones no son producto del capricho de nadie.

En resumen: si usted entrega un buen trabajo, recibirá una buena calificación. Si su trabajo es mediocre, es posible que pase. Pero si es malo, aténgase a las consecuencias y olvídese de pedir cacao.

4. Los estudiantes creen que pueden definir las evaluaciones y actividades: Tuve la experiencia de "negociar" las fechas y las características de varias actividades con mis estudiantes. Ser docente se asemeja en momentos a trabajar en una plaza de mercado. Todos regatean. Por alguna razón, los estudiantes no entienden que las evaluaciones son definidas por el docente y no por ellos. Creen que pueden manipular a los profesores para eliminar uno u otro objetivo de una actividad, e incluso creen que tienen el poder de suprimir la actividad por completo o reemplazarla por otra más fácil. Otra vez: las cosas no son así. Estudiante: Si no puede o no quiere desarrollar una actividad, aténgase a obtener un cero o cancele la materia.

5. Los argumentos de la mayoría de los estudiantes son vacíos: Según el reglamento del lugar en el que trabajo, la única excusa que tiene un estudiante para no presentar una evaluación es una excusa médica validada por la universidad o una calamidad doméstica comprobable. "Explicaciones" como "es que tengo que hacer unas vueltas por la tarde" o "mi papá me pidió que le cuidara la tienda" pueden ser válidas, pero no reemplazan una calificación.

6. Ser amigo o amiga de alguien que conoce al profesor no es una garantía: Si mi alumna es la novia de alguien con quien estudié hace diez años, en la época del colegio, eso no quiere decir que yo vaya a regalarle la materia. Si nos encontramos en un bar ocasionalmente, eso no quiere decir que yo vaya a subirle media unidad en el próximo trabajo escrito que me entregue. Y no porque me llame al celular cincuenta veces en una semana le voy a cambiar la nota de un texto que parece escrito por un chico de primaria.

Creo que vale la pena mencionar que ser estudiante y ser docente son dos experiencias muy distintas, y unos no se dan cuenta de las penurias de los otros. Ambas etapas son difíciles y pueden estar cargadas de angustias, pero lo mejor es hacer las cosas bien y de manera honesta para evitar dolores de cabeza. Yo nunca me imaginé que fuera a terminar en esto de la docencia, y no niego que me gusta enseñar. Me gusta que otras personas aprendan cosas nuevas gracias a mí. Pero, definitivamente, tener que estar pensando en un cronograma, en unas calificaciones y en unos parámetros de evaluación puede convertirse en una migraña fuerte.

Ahí perdonan.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Lucas, me alegra que un docente de humanidades tenga la valentía de escribir tantas cosas que todo el mundo sabe, pero que nadie dice.

Vale la pena agregar que en en ciencias y sobre todo, en ingeniería, hay espacio para la subjetividad y las opiniones, para un ejemplo, cito al profesor Espinosa, en el texo del examen final de Optimización: "Son objeto de calificación la calidad de la presentación (estructura, orden, etc.), la originalidad de las respuestas..."

diegoeche dijo...

Los mismos problemas que describís los tuve estudiando Sistemas. Creo que el problema no está limitado a comunicación social o humanidades.

Y agregando a lo que dice Pablo García. Así se esté en el territorio de la objetividad, la originalidad de las respuestas y métodos utilizados son apreciados por algunos profesores.

Anónimo dijo...

¡Pues Lucas! Podés tener un poco de razón con este escrito, pero insisto en que sólo un poco, porque no tenés porque atacar la carrera cuando no somos lo únicos con los que ocurre eso y además vos estás generalizando a todos lo estudiantes de la carrera cuando vos sólo trabajaste con dos grupos de un semestre, ni que vos hubieras trabajado con todos los estudiantes de la carrera, así que considero esa generalización completamente ofensiva e invalida.

Hay que agregar que sos la persona más estresada y estresante que he podido conocer y buscás cualquier excusa para estar amargado y en contra de quien sea (no lo tomés tan mal, igual me caés bien y te quiero), por lo tanto no creo que esa gran migraña que te produce a vos enseñar sea toda culpa de los estudiantes.

Cuando escribás algo, debés tener cuidado con herir suceptibilidades y con las generalizaciones (no recomendadas cuando vas a criticar de tal manera).

COMUNICACIÓN SOCIAL ES LO MÁXIMO Y TE RECUERDO QUE SOS COMUNICADOR DE LA UNIVERSIDAD EN LA QUE ENSEÑÁS LA CARRERA.

ladelacicla dijo...

Nadie ha dicho que el oficio de la docencia sea algo fácil. Siempre hace falta encontrarse con esos profesores que exigen tanto que no se pueden olvidar, esos que si uno desea ganar la materia debe sufrirla así sea un poquito.

delectomorfo dijo...

Naturalmente, toda regla tiene una excepción. Aunque yo no describí un catálogo de reglas, sí dí cuenta de algunas observaciones basadas en casos particulares que puedo generalizar.
Eso no quiere decir que no existan estudiantes brillantes. Como se dice popularmente: que los hay, los hay.
Al haber vivido la experiencia de ser estudiante por más de 15 años, y al vivir la experiencia de ser docente, puede uno hacer ciertas comparaciones y ver qué tan distintos son esos roles desde cada lado.
Para mí es imposible describir cada uno de los casos de cada uno de los estudiantes. Eso, además de ser inapropiado, podría terminar en un intercambio inútil de los argumentos vacíos que mencioné. Argumentos como "comunicación social es lo máximo" a secas.
Un comunicador social medianamente inteligente recibiría bien comentarios del estilo "comunicación social es lo máximo debido a que...", seguido de una serie de argumentos que sustenten esa hipótesis.
No tengo nada contra mi carrera, ni contra mis estudiantes, ni contra mi profesión, ni contra mis jefes. Pero sí me sacan de quicio las actitudes plagadas de pereza, facilismo y manipulación de muchos -ojo, no todos- estudiantes.

Pablo Aristizabal Montoya dijo...

El Pan de cada día.
En terminos técnicos, seré publicista el 25 de junio que me entreguen el preciado papel que lo dice. Así que estoy recién salido del cascarón de pregrado. Con los recuerdos frescos de toda mi experiencia con profesores mediocres, quienes merecían la negociación de la nota y las actividades.
Todavía me queda el sabor de Profesores de excelentes metodos de enseñanza, y extremada caridad en la calificación.
Pero Gracias a las fuerzas Divinas, sea cuales fueran, también me queda el recuerdo de los profesores que me hicieron perder materias y que me destruyeron todos mis argumentos frente al resto del salón, por que gracias a ellos me exijo cada día más por ser un buen publicista y poder llamar DIPLOMA, al papelito del 25 de junio.
La verdad vale la pena decirla aunque todo el mundo la vea.